Martínez-Cue: «La previsión social debería ser un compañero de viaje durante toda la carrera profesional de un trabajador»
Con motivo del día de la educación financiera que se celebra hoy 5 de octubre, queremos compartir la entrevista que, desde OCOPEN, realizamos a Fernando Martínez-Cue, en la que nos cuenta cómo ve la situación de la educación financiera en nuestro país y la importancia de fomentarla, particularmente para jóvenes y autónomos.
Fernando Martínez-Cue es licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto y Postgrado en Comunidades Europeas, especialidad Económica, por el Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de Deusto. Especialista en riesgos personales, pensiones, beneficios y seguros para empleados. Cuenta con una dilatada experiencia profesional y actualmente es CEO en Martínez-Cue & Asociados y creador de contenidos para la iniciativa BBVA Mi Jubilación. Previamente ha trabajado en importantes compañías multinacionales de Seguro y Banca (Zurich Seguros y Deutsche Bank). Ha sido director del área de Corporate Life & Pensions de Zurich Seguros, y director de Marketing y Cliente de Zurich-Global Corporate. Imparte conferencias y publica artículos sobre temas relacionados con beneficios sociales para empleados, la longevidad y las pensiones, la previsión social, seguros, gerencia de riesgos y retos a los que se enfrentan las organizaciones.
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¿Cómo calificaría el desarrollo de la educación financiera en España en los últimos años?
Con luces y sombras. Adecuado para una minoría de la población.
Si bien ha existido un trabajo y un esfuerzo muy importante de sensibilización y educación por parte de distintas entidades privadas e instituciones, promoviendo iniciativas en muchos casos sin ánimo de lucro (como BBVA Mi Jubilación, en la que colaboro), así como por unas pocas instituciones académicas, la educación financiera hoy en día no llega a grupos muy importantes de la población y su impacto es limitado. Además, falta una intervención pública que sea rotunda y una mayor coordinación entre las distintas iniciativas.
Es un área en el que hay que poner más foco, porque afecta a nuestra calidad y nivel de vida. Como muestra el informe “¿Por qué educar en economía familiar y empresarial?”, elaborado por PWC y Contea, los países con peor formación económico-financiera presentan economías más débiles y fueron más vulnerables a los efectos de la crisis financiera del 2008.
Aquellos países con más del 60% de su población formada financieramente, como Reino Unido (67%), Países Bajos (60%) y Suecia (71%), en esa crisis tuvieron caídas acumuladas del PIB inferiores al 4%, mientras que países con puntuaciones de conocimiento financiero por debajo del 50%, como España (48%) o Italia, sufrieron importantes contracciones de la economía del entorno del 10%.
Veremos qué ocurre con la crisis de COVID19, pero no apunta en una dirección muy diferente…
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¿Qué importancia tiene la educación financiera en materia de previsión social?
Es clave. Lo supone todo. Conocer para actuar.
Entender cuáles van a ser mis necesidades de ingresos durante la jubilación para afrontar los gastos previstos durante la misma, qué parte de los mismos lo van a proveer la pensión pública y qué parte se habrá de completar con otras fuentes, como la previsión social.
Además, conocer los productos existentes y sus características, así como las estrategias y perfiles de inversión de los fondos y carteras a los que están adscritos. Además, es conveniente disponer de conocimientos de macroeconomía para entender el contexto y el entorno en el que se desarrollan.
Ese conocimiento y entendimiento financiero nos hace comprometernos más con nuestro ahorro y con la planificación a largo plazo. Está demostrado estadísticamente que existe una correlación entre la formación financiera y el hábito de ahorrar que desarrollan sus ciudadanos.
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¿Falta concienciación de ahorro en España?
Pienso que sí. Todavía hay muchos grupos y colectivos con poca sensibilidad en el ahorro, entre ellos autónomos y trabajadores con rentas bajas.
Una razón, en relación al ahorro a largo plazo, es que hasta ahora la pensión pública en España, con tasas de sustitución medias de en torno al 80% del salario, ha cubierto para la mayoría de personas sus necesidades económicas durante jubilación.
Otra razón es la falta de capacidad de ahorro que tienen muchas personas. En España el salario medio apenas supera los 23.500 euros, y muchas personas tienen salarios que son iguales o muy poco superiores al salario mínimo: salarios entre 12.500 y 18.000 euros son muy habituales en nuestro país.
Además, existe una convicción bastante generalizada en nuestra sociedad, a mi juicio equivocada, de que las personas con salario bajos no tienen ninguna capacidad de ahorrar.
En muchos casos, haciendo una gestión, control y un seguimiento de la economía personal (ingresos versus gastos) y destinando parte de nuestro consumo a ahorro, por ejemplo, a través de métodos como el redondeo en los pagos, y/o rescatando un pequeño importe del gasto mensual destinado a ocio o a otros gastos superfluos, se pueden encontrar pequeños remanentes para el ahorro, que tras el transcurso de toda una vida laboral suponen importes nada desdeñables.
Reino Unido es un ejemplo de que las personas con salarios bajos pueden ahorrar: un 79% de los trabajadores con salarios entre 10.000 y 20.000 libras inscritos por sus empresas en instrumentos de pensiones del sistema de empleo (automatic enrolment), se han mantenido en los mismos, realizando la aportación obligatoria que les corresponde como trabajadores, que es detraída de su salario.
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¿En qué momento se debería empezar a ahorrar e invertir en productos de previsión social?
Desde muy joven. Idealmente desde el momento de incorporarse al mercado laboral, y en todo caso con horizontes temporales a jubilación de más de 30 años (es decir no más tarde de los 35 a 37 años). No quiero decir que empezar más tarde sea inútil, sino que ya no es óptimo.
Con ello se conseguiría que con constantes pequeños esfuerzos, es decir con modestas aportaciones periódicas, y gracias al efecto del interés compuesto, al final de la carrera profesional hubiera acumulado un patrimonio relevante que te permitiese generar la renta periódica que necesites para complementar suficientemente la pensión pública. Ello, haciéndolo sin cambios significativos ni renuncias relevantes en tu forma de vida del presente.
En el ahorro a largo plazo son más poderosos los efectos del “cuándo” (cuándo empiezo y hacerlo con constancia) que del “cuánto” (aporto). Por lo tanto, cuanto antes mejor. La previsión social debería ser un compañero de viaje durante toda la carrera profesional de un trabajador.
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¿Es necesaria una mayor educación financiera para los jóvenes ante los retos que enfrenta el sistema?
SI. Creo que es importante que haya un mayor esfuerzo. Hay que trabajar en proveer de educación financiera desde la infancia. Debería empezar en la misma familia, continuar en los colegios y posteriormente en las universidades, evolucionando en el grado de sofisticación y profundidad.
Creo que es importante incluirla desde los primeros grados escolares, desde educación primaria, y darle una mayor importancia en las aulas de la que ahora tiene. Muchos de los chicos y chicas de 14 y 15 años no están todavía familiarizados con conceptos financieros, y hasta los 16 años no tienen una asignatura al respecto. Hay que comenzar antes.
Probablemente los métodos formativos no deban consistir en impartir clases y conceptos teóricos, y se deba introducir métodos como el juego, el trabajo por proyectos, y otros métodos participativos. Es decir, quizás deba ser una materia transversal.
Además, como parte de esa educación financiera, es muy necesario formar a los niños y jóvenes en un consumo responsable y en que parte de ese consumo sea derivado a ahorro para el futuro o para imprevistos. No olvidemos, que el ahorro es inversión y por lo tanto un generador de riqueza nacional.
En relación con los adultos jóvenes, muchas veces cuando miras a largo plazo no tomas decisiones de ahorro porque te dejas llevar por el sesgo conductual del presente: prefieres el consumo y la satisfacción de corto plazo que la felicidad en el largo plazo. No cuidas de tu yo del futuro. Pero has de tener en cuenta que es muy probable que un día llegues a ser tu yo del futuro, y aunque no llegases es muy probable que tu familia acabe dependiendo de las decisiones de ahorro que hayas tomado…
Si te quieres de verdad, debes cuidar de tu Yo, en todas las fases de tu vida y en todos los aspectos: salud, bienestar mental, finanzas. Tus decisiones de hoy afectan a tu felicidad de mañana.
En cuanto a los datos del ahorro por parte de los jóvenes, si bien el porcentaje de millenials que ahorran es mayor al de otras generaciones (según el Innovation Trends: Generación millennial del Centro de Innovación BBVA, el 64% de ellos se consideran ahorradores), el número de los que ahorran para la jubilación es aún muy bajo. Según un estudio impulsado por la Fundación Edad&Vida y realizado por investigadores de ESADE, solo uno de cada diez millennials que trabaja ahorra para la jubilación.
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¿Se encuentran los autónomos en desventaja frente a empleados de grandes empresas en cuanto a educación financiera?
En mi opinión, la situación de los autónomos en España es muy preocupante en la mayoría de los casos, por no decir que podría llegar a ser dramática en algunos.
Claramente se encuentran en desventaja respecto a los trabajadores por cuenta ajena, y especialmente respecto a aquellos trabajadores de las grandes empresas que tienen beneficios relacionados con el ahorro para la jubilación, como la participación en instrumentos de previsión empresarial y las aportaciones de su empleador a su favor que, aunque puedan ser modestas, constituyen un primer paso en el camino.
Por un lado, más del 85 % de los autónomos personas físicas están cotizando por la base mínima de cotización (944 € anuales en 2020). El sistema que tenemos actualmente les deja elegir la base de cotización dentro de unos rangos y no han de cotizar por lo que ganan.
Como existe una falta de confianza en el sistema, la mayor parte de ellos cotiza lo mínimo posible: no creen que vayan a acabar cobrando pensión o que esta vaya a ser razonable, entre otros motivos porque no tienen información sobre su estimación de pensión futura y sus derechos adquiridos en relación con la misma. Además, muchos autónomos cotizan por el mínimo porque necesitan esos ingresos para vivir, para su consumo de hoy en día.
Adicionalmente, salvo el caso de los autónomos empleadores, los autónomos no tienen un empleador que pueda promover sistemas de previsión social a su favor y que realice aportaciones a su favor. Por lo tanto, dependen exclusivamente de su ahorro particular.
Si unimos el hecho de que sus pensiones son muy bajas, hoy en día de media un 40 % más bajas que los trabajadores por cuenta ajena del régimen general, al hecho de que tienen una posición de debilidad en cuanto al ahorro porque depende de su esfuerzo personal, tenemos la tormenta perfecta.
La situación realmente debería requerir medidas muy serias y de impacto por parte del legislador y de la administración, como, por ejemplo:
– Legislar, como está ya previsto, que los trabajadores autónomos a partir de un nivel salarial determinado coticen por una base igual a sus ingresos. Además, sería conveniente darles la opción de “comprar años cotizados” para rellenar lagunas de cotización durante periodos que no hayan estado de alta.
– Introducir medidas para incentivar de una forma determinante su ahorro individual, como, por ejemplo, introduciendo un régimen fiscal adecuado que incentive la realización de aportaciones hasta el mismo límite que el que puedan llegar a tener los trabajadores por cuenta ajena por todas las aportaciones a su favor. Además, testar con todos los intervinientes en los procesos de cobros y pagos de los autónomos (clientes, proveedores, bancos, gestorías) la generación de conductas por defecto que produzcan automatismos e inercias en el ahorro.
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Una de las propuestas recogidas en el manifiesto OCOPEN es la elaboración de una estrategia nacional de previsión social complementaria, ¿haría falta una estrategia nacional de educación financiera? Si así fuera, ¿quién debería liderarla?
Sí, sería conveniente una estrategia nacional de educación financiera que implique una colaboración pública privada.
En mi opinión sería conveniente que el liderazgo lo asumiera la Administración Pública, en concreto el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, destinando tiempo y recursos relevantes a inversión en campañas de marketing y de comunicación, píldoras formativas, e-learning gratuitos, simuladores, gamificadores, etc. A nivel de estudios reglados, trabajaría en estrecha colaboración con el Ministerio de Educación y el de Universidades para desarrollar la educación financiera en todos los grados, desde primaria, como materia transversal. Pero no solo alcanza a esos ministerios, por ejemplo ¿por qué no introducir módulos de formación financiera dentro de los programas formativos para personas en situación de desempleo?…
La industria aseguradora, la industria financiera y la de gestión de activos deberían también tener un papel importante en esta estrategia nacional de educación financiera, como parte de su estrategia de responsabilidad social corporativa: deberían invertir recursos y destinar presupuestos de marketing en potenciar esa formación y esa comunicación, continuar desarrollando iniciativas de divulgación sin ánimo de lucro (ejemplo blogs), incrementando la esponsorización de cátedras sobre la materia, etc.
OCOPEN
Organización de Consultores de Pensiones
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