Razones de la desorientación legal que padecemos

Antonio Méndez Baiges, abogado en Mercer y miembro de OCOPEN, publica en la edición de elEconomista Pensiones (elEconomista) de julio la tribuna ‘Nostalgia de la ‘communis opinio’’.

Al comienzo, describe un ejemplo práctico para advertir de la desorientación y sentimiento de orfandad que padecemos en cuestiones legales. La tribuna es un intento de responder a las causas de este fenómeno, apuntando a tres cuestiones principales: la ambigüedad y carácter farragoso de la ley, la dispersión e inconsistencia de la jurisprudencia y la irrelevancia de la doctrina científica.

En el primero de los puntos, señala los problemas que genera la existencia de infinidad de disposiciones legales de todos los rangos (leyes, decretos, órdenes ministeriales…), de autoridades con facultades normativas (Unión Europea, parlamento y gobierno de España…) y de autoridades supervisoras con cuasi poderes normativos nacionales e internacionales. También apunta a la llamada ‘flexibilización’ del derecho. Todo ello, en opinión de Méndez Baiges, da como resultado una “notable incertidumbre en el campo legal”.

Respecto a la dispersión e inconsistencia de la jurisprudencia, explica que a las obvias dificultades de interpretar y aplicar una normativa con unos problemas y carencias como los que se han descrito por los jueces y tribunales, se le suman otras, como el hecho de que lo que se sienta por cierto en una materia o cuestión puede repercutir de manera no premeditada en otras.

Sobre la irrelevancia de la doctrina científica destaca que, en la actualidad, a diferencia del pasado, no surge en numerosas cuestiones una doctrina jurídica consistente y consolidada procedente de nuestras universidades que sirva de base para la práctica de los operadores jurídicos, las decisiones de los tribunales de justicia y la actuación del legislador. Y cuando surge, destaca, las distintas partes no le prestan la atención que merece. Asimismo, añade que la falta de esta guía se deja sentir en la incertidumbre e inseguridad jurídica antes mencionada.

Por último, concluye que se trata de “un proceso difícil, por no decir imposible, de revertir. Pero no cerremos las puertas a la esperanza. Empecemos por percatarnos de la situación y admitirla paladinamente. Que se conciencien el legislador, los tribunales, los profesionales, la universidad. Porque adquirir conciencia de un problema y admitirlo es el primer paso en la dirección indicada para tratar de ponerle algún remedio”.

OCOPEN

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